lunes, abril 5

5º A y B Ciencias del 5 al 9 de abril

 

¡Hola Chicos de 5to😊✋!

Continuamos descubriendo el continente antártico

¿Qué investiga Argentina en la Antártida?

    Jazmín Foguel, una bioquímica de 29 años, está en una base científica que depende del Instituto Antártico Argentino. Se enamoró de la Antártida. Decidió viajar allí desde enero de 2020 para colaborar como bioquímica en las investigaciones. 

    En la Base Carlini (antes se llamaba Jubany), se empezaron a realizar investigaciones científicas en la década de los años cincuenta, con descubrimientos en geología. Ahora, se están llevando a cabo una gran diversidad de trabajos sobre fauna, flora, y el impacto de las actividades humanas sobre un ecosistema que ha sido afectado por la crisis climática global.

    Fogel, nacida en la localidad bonaerense de Pigüé y licenciada en bioquímica por la Universidad Nacional de La Plata, colabora con la toma de muestras para el monitoreo de los ambientes cercanos y participa en la actualización de un censo de los mamíferos marinos y aves que habitan en la zona cercana a la base Carlini.

    Participa en tareas que tienen que ver con los estudios que llevan adelante los investigadores del Instituto Antártico Argentino.

La mayoría son investigadores y técnicos del Instituto Antártico Argentino, que depende de la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería Argentina.

Ellos son Francisco Pinto, Emmanuel Chang, Ignacio Carnevale y Jonathan Herrera.

Ponen toda su energía para monitorear la contaminación por hidrocarburos y aprovechar la capacidad de microbios para que puedan remediar los suelos alterados. Estudian qué mecanismos de adaptación posibilitan que los microorganismos viven en un ambiente extremo, con miras a potenciales aplicaciones en biotecnología. Realizan estudios de monitoreo de la presencia de metales pesados, de los grandes predadores, como los elefantes marinos y las focas, de las aves como los petreles o las escúas, y de las poblaciones de krill, que son crustáceos muy pequeños que son eslabones claves en la cadena de alimentación del ecosistema antártico. 


    La base -que lleva el nombre de un investigador que trabajó más de 20 años en la zona, Alejandro Ricardo Carlini, está en la costa de la isla. Además del lugar donde están los dormitorios, la base tiene dos grandes instalaciones: el Laboratorio Antártico Multidisciplinario y el Laboratorio Dallmann (donde en el verano trabajan juntos investigadores de Alemania, Holanda y Argentina).


    Fogel es una de las 24 habitantes de la base permanente Carlini, una de las estaciones científicas de la Argentina ubicada en la isla 25 de Mayo, a 120 kilómetros al Norte de la Península Antártica. En la zona, sólo hay hielos, lomadas suaves.

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Publicado el 28 de enero de 2019

Antártida: instalarán el primer detector argentino de rayos cósmicos

Fue desarrollado por investigadores del :

  • CONICET  (El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas)

  • el Instituto de Astronomía y Física del Espacio 

  • el Instituto Antártico Argentino

  • los Deptos. de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos y Física de la UBA.


    En la Base Marambio Sergio Dasso, el investigador principal del Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE, CONICET-UBA) y profesor en los Departamentos de Ciencias de los Océanos y la Atmósfera (DCAO) y de Física (DF), de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires se encuentra allí, instalando el primer detector de rayos cósmicos por radiación Cherenkov que se ubica en una base Argentina en la Antártida.


    El proyecto está  enmarcado sobre una colaboración latinoamericana llamada LAGO, por su sigla en inglés Latin American Giant Observatory - LATIN AMERICAN GIANT OBSERVATORY  y está en coparticipación con el Instituto Antártico Argentino y el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos, de la Facultad de Bs As (UBA).


👀Para ver este video, hacé clic acá 👈


https://www.youtube.com/watch?v=qsVgSJ1EGxw

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Te invito a leer estos dos párrafos👇. Hacelo 2 ó 3 veces. Aunque no se comprenda todo, porque el lenguaje es muy técnico, podemos recibir la idea del avance tecnológico.

    Los rayos cósmicos son mensajeros de objetos galácticos o extragalácticos. Incluso, hay partículas espaciales que tienen información acerca de lo que pasa en nuestro sistema solar y en el Sol. “Ahí es donde se fusionan la astronomía con la física del espacio y en donde en nuestro proyecto nos interesa entender el flujo de rayos cósmicos, su variabilidad y su vínculo con las condiciones del viento solar y la actividad solar”, explica el doctor Sergio Dasso”.

    Tiene la misma tecnología que los detectores de superficie: se llena un recipiente de agua, y cuando pasa una partícula relativista con carga eléctrica, el recipiente se inunda de luz debido a un efecto que se llama radiación Cherenkov en agua. Dicha luz se detecta con un amplificador de la señal, un fotomultiplicador que logra incrementar esta cantidad de fotones y la transforma en una señal electrónica que luego podemos adquirir y almacenar en una computadora.
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Publicado el 13 de marzo de 2020


Sin antecedentes: hallan en la Antártida la piel petrificada de un pingüino que vivió hace 43 millones de años

    El denominado continente blanco supo ser una región de clima templado a frío con mucha vegetación y bosques de tipo andino-patagónicos como los que hoy predominan en Tierra del Fuego. En ese ambiente de fauna diversa, los primeros pingüinos aparecieron hace unos 60 millones de años y paulatinamente se fueron convirtiendo en las aves costeras más numerosas, de ahí la enorme cantidad de fósiles que se han colectado en territorio antártico desde que comenzaron a hacerse allí exploraciones científicas. Si bien todos los rastros hallados son valiosos y aportan información sobre la biología y ecología de tiempos remotos, de vez en cuando aparece algún material que destaca por sobre los demás y es considerado una verdadera joya paleontológica. En esta ocasión, ese lugar le corresponde al ala de un animal que no sólo conserva sus huesos y articulaciones intactas sino también, y he aquí la sorpresa, la piel.

    “Único en el mundo”, enfatiza Carolina Acosta Hospitaleche, investigadora del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP), cuando habla del resto fósil que, con 43 millones de años de antigüedad, conserva la piel de un pingüino petrificada en ambos lados del ala envolviendo los huesos articulados en su posición original. “Pertenece a una especie llamada Palaeeudyptes gunnari, animales de 1,8 metros de altura que habitaron el lugar durante una época llamada Eoceno. Es la primera vez que se encuentra un material con este grado de conservación correspondiente a un ejemplar primitivo de aves que todavía existen”.
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¿Lo sabías?

    Un día de 1985, tres científicos británicos miraron el cielo y dijeron “eureka”: aquel día los británicos Joe Farman, Brian Gardiner y Jon Shanklin estaban de campaña en la Antártida y descubrieron un agujero en la capa de ozono. El hallazgo se publicó en la revista científica Nature y dio pistas reveladoras del nivel de avance de la contaminación atmosférica, sirvió de alerta a la comunidad mundial sobre la posible expansión del agujero a otras partes del mundo y puso en agenda los peligros para la salud de, por ejemplo, la exposición al sol. Todo eso sucedió gracias a que en 1959, el mundo se había puesto de acuerdo en consagrar a la superficie de la Antártida como un lugar que, por su peculiar biodiversidad, debía ser casi exclusivo para la exploración científica.


¡Seguiremos descubriendo el planeta en el que vivimos!


😀Les dejo un beso, Laura

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