martes, junio 22

EL RINCÓN DE LA ORACIÓN - 22 DE JUNIO

 

¡Hola a todos! 

Estamos en el tiempo Ordinario, y este domingo escuchamos la lectura de Jesús dormido en la barca, lectura que nos recuerda aquel 27 de marzo, y aquella tarde de hace más de un año ya es conocida por todo el mundo como uno de los acontecimientos centrales de un año, el 2020, que ha marcado la historia de este siglo. Haciendo alusión al pasaje de este domingo,

el Papa exclamaba:


"Desde hace semanas parece que ha caído la tarde. La espesa oscuridad se ha adueñado de nuestras plazas, calles y ciudades; se ha apoderado de nuestras vidas, llenándolo todo de un silencio ensordecedor y de un vacío desolador, que lo paraliza todo a su paso: se siente en el aire, se siente en los gestos, lo dicen los ojos. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que los discípulos del Evangelio, fuimos sorprendidos por una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en el mismo barco, todos frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de consuelo. Todos estamos en este barco...".


De una experiencia terrible el Papa encendió una luz de esperanza y motivos de caridad y fraternidad.

Seguir a Jesús es aventurarse en un mundo nuevo, cierto, lleno de peligros, pero siempre en su presencia.


Hoy podemos poner delante de Jesús todos nuestros miedos, incluidos aquellos que nos resulta humillante reconocer: nuestro miedo a la verdad, al fracaso, a lo desconocido, a los sentimientos, al cambio. Jesús, el aparentemente dormido, sabe de nuestros miedos y limitaciones y aún así nos invita a seguirlo y nos hace partícipes de su aventura. Nos da miedo la verdadera pobreza, el hambre, la enfermedad, el ridículo y tantas otras cosas que nos atan y nos mantienen inactivos. La pregunta de Jesús, después de apaciguada la tormenta a sus discípulos, va también para nosotros:

“¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?”


Jesús pide confianza absoluta en Él.

Ser discípulo de Jesús implica embarcarse con Él en la misma aventura, romper las amarras, a pesar de nuestros miedos y emprender la travesía con Jesús a bordo. Estar bien conscientes de quién está a nuestro lado y seguir navegando para que podamos llegar a la otra orilla.

¡No se olviden que nadie se salva solo, todos estamos en la misma barca!


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